Ampliación disco duro: clonar particiones Windows Linux

Al poner un disco duro más grande en el ordenador nos suele interesar conservar todo lo que teníamos en el anterior disco, tanto datos como sistema operativo y aplicaciones.

En el mercado hay infinidad de soluciones para «clonar» discos duros. Aunque a veces funcionan estupendamente, otras veces fallan o se eternizan. Sobre todo, en esquemas mixtos que mezclan particiones de Linux y de Windows, o incluso volúmenes LVM.

Por eso, el protocolo que suelo utilizar es algo más manual:

  1. Arrancar Linux con un Live CD (o DVD). Recrear la tabla de particiones (incluyendo volúmenes lógicos, si los hay) en el nuevo disco, usando fdisk o parted
  2. Particiones Linux: «formatearlas» en el nuevo disco, con el mismo sistema de ficheros. Después, basta con copiar todos los ficheros (por ejemplo, con el estupendo rsync)
  3. Particiones Windows: lo más fácil para clonar la partición de sistema Windows es usar una herramienta específica, como puede ser Clonezilla o EaseUs Diskcopy (ambas gratuitas). Diskcopy no permite crear particiones sobre la marcha. Si el disco origen sólo tiene un par de particiones Windows, no pasa nada: al seleccionar el espacio sin particionar como destino, Diskcopy crea automáticamente una nueva partición idéntica a la original. Si no nos conviene copiar todas las particiones originales secuencialmente, nos quedamos «desamparados». De ahí que resulte más práctico particionar el nuevo disco antes de usarlo. Así, podemos elegir origen y destino cómodamente

Para aprovechar el espacio extra, podemos ampliar las particiones del nuevo disco. En el caso de Linux es trivial, ya que la copia la hacemos con herramientas básicas como rsync. Con lo cual, no hace falta que las particiones origen y destino tengan el mismo tamaño.

En el caso de particiones Windows, dependemos de la potencia de la herramienta. Clonezilla, por ejemplo, permite clonar a una partición más amplia. En cualquier caso, una forma de hacerlo es: al particionar el nuevo disco, crear la partición destino con el mismo tamaño que la origen, pero dejando espacio detrás. Una vez clonada, se puede cambiar el tamaño de la partición con herramientas como gparted. Aunque esté formateada como NTFS, amplia tanto el tamaño de la partición en sí como el del sistema de ficheros, con lo que al arrancar Windows reconoce perfectamente la unidad con el nueva tamaño.

Antes de dar el cambiazo definitivo, otro punto clave es replicar el gestor de arranque. Si utilizamos grub, basta con reinstalarlo a mano. Si queremos que se encargue Windows, podemos recurrir a las herramientas de recuperación del CD de instalación de Windows.

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