«Tened piedad de la nación que lleva vestidos
que no teje ella misma,
que come un pan cuyo trigo no cosecha
y que bebe un vino que no mana de sus propios lagares.Compadeced a la nación
que aclama a un fanfarrón como a un héroe,
que considera bondadoso al oropelesco y despiadado conquistador.Compadeded a la nación
que desprecia las pasiones cuando duerme,
pero que, al despertar, se somete a ellas.Compadeced a la nación
que no eleva la voz más que cuando camina en su funeral,
que no se enorgullece sino de sus ruinas,
y que no se rebela sino cuando su cuello está colocado
entre la espada y el zoquete de madera.Compadeced a la nación
cuyo estadista es un zorro,
cuyo filósofo es un prestidigitador,
y cuyo arte es un arte de remiendos
y gesticulaciones imitadoras.Compadeced a la nación
que da la bienvenida a su nuevo gobernante con fanfarrias,
y lo despide con gritos destemplados,
para luego recibir ccon más fanfarrias a otro nuevo gobernante.Compadeced a la nación
cuyos sabios están aniquilados por los años,
y cuyos hombres fuertes aún están en la cuna.Compadeced a la nación dividida en fragmentos,
cada uno de los cuales se considera una nación.»
Khalil Gibran, 1933