Ascenso y declive

Resulta curiosa la influencia de múltiples pequeños factores (y algunos grandes) en el auge y caida de los cómics.

En el caso de los Estados Unidos, los cómics («funnies») alcanzaron a las masas a través de los periódicos, en formatos tira y dominical. De ahí luego consiguieron independizarse como «comic books» y, en una época en que la narrativa para el ocio estaba «limitada» al cine y la radio, se volvieron aún más populares entre las clases populares (valga la redundancia). Obviamente también existían los libros, pero en aquellos tiempos de alfabetización moderada su comprensión no estaban al alcance de todos (en este sentido, una de las virtudes clásicas del cómic ha radicado precisamente en el dibujo, ajeno a barreras de idioma o de edad)

Luego coincidió el exilio a las periferias con la proliferación de la televisión. Con lo cual, para los niños (y no tan niños) resultaba mucho más fácil y barato acceder a los contenidos televisivos que a los cómics. Si bien en los quioscos del centro la oferta era abundante, los badulaques de las urbanizaciones tenían una selección mucho más limitada.

Para remate, el miedo infundado a los cómics impuso una férrea autocensura que durante una temporada minó las posibilidades creativas y expresivas de dichos cómics.

En España, la historia ha sido similar. Antes de la televisión, los tebeos eran inmensamente populares. Curiosamente, el éxito convivió bastante tiempo con la tele: aunque muchas revistas cerraban (y aparecían otras), el grueso de ventas era bastante considerable. De hecho, ese formato consiguió ir madurando en la transición con exponentes como «El Víbora» o «El pequeño país». En este caso no tengo tan claro qué secuestró el interés de los lectores, «forzando» al cierre de todas las revistas de cómic (con la excepción de «El Jueves»)

Aparentemente, ahora estamos en una segunda Edad de Oro, en la que los adultos están revalorizando la novela gráfica y el cómic de autor. No sólo hay varias editoriales españolas sacando una abundante oferta (y en general de bastante calidad). También hay osados que vuelven a apostar por revistas de cómic, como «Orgullo y Satisfacción» o la inminente «La Resistencia». E incluso por tebeos sin precio prefijado (formato digital, obviamente), como es el caso de la serie «Universe» de Albert Monteys.

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